CULONAS BRAVAS

CULONAS BRAVAS

“Abrí los ojos y vi a los ingleses que corrían, saltaban y gritaban como locos. Los cabezones los habían encendido a aguijonazos y, del dolor, reventaban las cámaras contra las piedras”

La fama de nuestras culonas se extenderá por el planeta entero, luego de que unos legionarios ingleses vinieran por estas bravas tierras santandereanas, las visitaran y sufrieran lo indecible para sacarlas de sus hormigueros. Fue tan compleja la cosa, que a medida que terminaban una etapa del proceso, le subían un poco más al precio que estarían dispuestos a pagar por ellas, hasta que, finalmente, ofrecieron la suma de 10.95 libras esterlinas por cada 25 gramos de culonas lo que, traducido a moneda local, significan 55 mil pesitos.

No cabe duda de que es un buen negocio para los que explotan las hormigas y, también, una felicidad para los que las comerán en Australia, Europa y los Estados Unidos, que son los países que ya se apuntaron para llevárselas. Lo que no se conoce aún, y esta columna les trae la primicia, es la forma como se adelantó la negociación que constituye un ejemplo de la capacidad de Crótatas para aprovechar las debilidades que ofrecen los oponentes y, así, imponerse en este fiero mundo mercantilista. Veamos, en sus palabras, lo duro que fue el proceso.

“Esos manes sufrieron mucho ese día -empezó diciendo Crot-, imagínense que se fueron al terreno con calzones corticos, cuando lo que mandan los cánones de las culonas es ir con pantalones largos y, además, con las botas de los mismos metidas dentro de las medias, para que no se le suban a uno los cabezones y le quiten el pedacito. Pues bien, no habíamos empezado a reflejar el sol en los agujeros, cuando ya estaban los monos echados sobre la tierra, listos a disparar sus cámaras fotográficas. Como se demoraban en salir (ellos seguro pensaban en que como son ingleses, las culonas saldrían de una vez a saludarlos), empezaron a llamarlas como si fueran perros enanos y culones: ´go ants, go, go`. Nada, no salían.”

“Yo trataba de que me entendieran, les pedía que se levantaran porque los iban a picar, pero, o no me hacían caso o se hacían los pendejos, y me decían: ´tranqüilo croutatas que ui tener experiens en nacional geografic`. ¡Caso perdido!, me puse a la sombra de un árbol mientras el sol calentaba el hormiguero y me dormí un rato hasta que me despertaron unos gritos salvajes. Abrí los ojos y vi a los ingleses que corrían, saltaban y gritaban como locos. Los cabezones los habían encendido a aguijonazos y, del dolor, reventaban las cámaras contra las piedras. ´Plis croutataassss meic algouuuu` decían y, entonces, yo les dije: bueno, ¿pero a cómo nos van a pagar las culonas, místeres? ´Cincou pouns per 25 gramous, bat quítelas de encima croutatas´ exclamaron. Como me pareció barato, les reviré: nada gringos, 10,95 pouns per 25 gramous o aguántense que los llenen de agujeros y vengo a sacárselas el año entrante. ´Oh, mai gad` -dijeron- y ya trepados en la copa de una ceiba, y a punto de suicidarse, clamaron: ´Ók, ok, croutatas, 10,95 pouns bat quítanoslas ya plis, plissss`. Y yo se las quité a punta de ramalazos, ampliamente satisfecho con la negociación”

“Ya en sus lechos de enfermos en el hospital de San Gil, los ingleses reconocieron su buen negocio: ´ser más difícil empujar elefante, besar piraña o consentir en los cachos a un búfalo, que sacar culonas…ustedes ser mucho verracos y culonas de Santander muy bravas`, dijeron mientras las enfermeras, bien dotadas como las hormiguitas, los aguijoneaban con la antitetánica”.

N. del A.: Esta columna se escribió el 28 de mayo de 2004

Fotografía de Sonia Patricia Tapias – http://elsocorro-santander.blogspot.com.co

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